La universidad del capital
Desde una perspectiva general, la universidad burguesa tiene una doble función: por una parte la docencia y por otra la investigación (ligada o no a la docencia). Estas funciones, la generadora de conocimiento (investigación) y la difusora de dicho conocimiento (docencia), están lógicamente influidas por los valores y las estructuras capitalistas que utilizan a la universidad como la herramienta de reproducción cultural más potente de la que dispone el sistema. En este sentido, como hemos dicho al principio, en la universidad se forman los cuadros medios y superiores que gestionaran el capitalismo y el Estado, es decir, ahora se están formando a los gestores futuros del capitalismo (y en gran medida a los mayores defensores del mismo). Conviene aclarar que hasta cierta edad (40-50 años) estos cuadros medios y superiores no están en disposición de ocupar los lugares clave para la gestión de las empresas, el Estado y los organismos pro-patronales y/o paraestatales de la sociedad civil. Es por ello que a todo el periodo de formación universitaria hay que sumarle algunos años de ampliación de estudios y experiencia laboral para poder escalar hacia los puestos de responsabilidad dentro de la sociedad capitalista.
Por otra parte, la universidad tiene una capacidad de acumular y movilizar recursos (económicos y humanos) muy importante, de ahí su centralidad para la perpetuación del capitalismo. Las universidades públicas se financian principalmente con dinero del Estado y de las empresas, y es por ello que nunca fomentarán un tipo de conocimientos que vayan en su contra, aunque la estructura pública pueda mediatizar y permitir ciertos nichos de “disidencia”. Hoy en día estos reductos de profesores “disidentes”, principalmente marxistas, ya se están liquidando a marchas forzadas, ya sea por una liquidación ideológica post-transición española y gracias a la ideología “europeísta” (algunos se han moderado o directamente se han pasado al liberalismo más duro) o por una no-renovación generacional del profesorado auténticamente “de izquierdas” debido a que las generaciones presentes no se han formado ideológicamente de la misma forma. En muchos casos esta liquidación es debida a la propia dinámica profesional (el marxismo o el anarquismo ya no están de moda en la academia), a sucumbir a los suculentos incentivos monetarios y otras prebendas, así como a las relaciones depoder en los departamentos, cada vez más copados por defensores acérrimos del sistema dominante.
El alumne como un producto
Les estudiantes en la universidad burguesa son “capital humano” en formación, que pasarán a ser objeto de explotación en las empresas una vez finalizados los estudios. Esta explotación, en el
sentido clásico de apropiación del empresarie del excedente producido, se da cada vez de forma más evidente en la economía española dando lugar al fenómeno “mileurista” que no es más que
trabajadores con estudios universitarios cobrando salarios de mierda en relación con el nivel de vida, salarios que tampoco se corresponden con los conocimientos adquiridos y aplicados a los puestos de trabajo, muchos de ellos de alta productividad.
Pero donde más evidente es la condición de producto del alumne es en la dinámica general de las clases. En ellas no se permite, con la mayoría de profesores, el debate ni la reflexión. El alumne toma la materia como un producto que tiene que memorizar y digerir sin cuestionarse demasiadas cosas si quiere superar la carrera de obstáculos. La universidad burguesa y sus “profesionales” de la docencia, en general, no incitan a pensar al alumne, a cuestionarse la materia impartida, y mucho menos a cuestionar el sistema capitalista en aquellos estudios que toman un enfoque social.
Son pues el autoritarismo y el control ideológico, dos de los rasgos definidores del sistema de enseñanza universitario burgués. Por otra parte, no parece que con la implantación del sistema europeo, que propugna menos clases magistrales y más trabajo personal del alumno, se vaya a resolver el control ideológico en las materias. Mucho menos se va a modificar la estructura de planes de estudio, más enfocados a los intereses investigadores de los profesores y del capital (a menudo coincidentes), que a dotar a les estudiantes de herramientas para su desarrollo intelectual y profesional.
Debido a todo ello, es imprescindible el desarrollo de un sindicato estudiantil libertario, como estructura organizativa estable e independiente, que sirva de contrapeso a los sindicatos estudiantiles reformistas (nacional-leninistas y socialdemócratas). Este sindicato estudiantil puede dedicarse a la difusión ideológica y a trabajar temas generales que conciernen al movimiento estudiantil (incremento de las tasas, leyes universitarias, etc.), pero también es importante, por el vacío existente de una organización así, que haga tarea propiamente sindical, se pueda dedicar a ser un instrumento de defensa en la lucha por una enseñanza racional y libre en el seno de las aulas.
Así pues, mediante el impulso del debate dentro del aula o de conferencias y cursos fuera de ella (impartidas por miembros del Movimiento Libertario), es como podemos ejercer un contrapeso a la enseñanza autoritaria. De la misma forma, entre otras iniciativas, organizando sesiones de estudio para las diferentes asignaturas, es como se pueden fomentar los lazos de solidaridad e introducir el debate entre aquelles compañeres de estudio que quieran aprobar y también aprender.
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