Para escritores y luchadores de este periodo como el desaparecido Abel Paz, los proletarios españoles protagonizaron “la revolución más profunda que se conoce en la historia“, superando incluso a la Rusa, en algunos preceptos. Una revolución que ha “quedado oculta por la mentira” puesto que los trabajadores y trabajadoras aportaron en aquellos años “soluciones a muchos problemas que se han planteado después“ tal y como explicó él mismo autor en una entrevista concedida el año pasado, con 90 años, y recogida por CNT.
Paz, seudónimo de Diego Camacho, historiador y biógrafo de Durruti, ofrece en su amplia bibliografía una ilustrativa estampa de los años en los que comenzó su militancia cenetista y sus experiencias en las cárceles franquistas. Obrero, insumiso, antifascista, represaliado. Este impresionante ser humano contribuyó cuanto pudo con su pluma y activismo en la difusión de valores libertarios y la lucha anarcosindicalista. Su mirada ácrata se hace indispensable para conocer la otra historia, la no oficial, la clandestina, la olvidada, la que no se imparte en las aulas. A través de sus escritos da fe de experiencias y retos libertarios como el propósito de crear una editorial anarquista internacional, las actuaciones de grupos autónomos para sufragar actividades y contar con cajas de resistencia en solidaridad con otros compañeros. Ofrece detalles de las divisiones y contradicciones dentro del seno anarquista, además de analizar las divergencias y las líneas de acción de otros movimientos obreros, antes, durante y después de la contienda civil. Y por su puesto documenta las acciones de las milicias y recoge capítulos interesantes de la historia de la Federación Anarquista Ibérica, entre otros muchos hechos importantes para comprender de un modo más completo la historia de nuestro país.
Por todo ello, me he querido sumar a esta celebración con este breve homenaje a tod@s los que como Abel creen en la anarquía como una actitud natural que nace de la rebeldía y la injusticia, en contra del mal empleado concepto de caos o desorden, al que suele asociarse malintencionadamente. Para este autodidacta libertario el anarquismo goza de buena salud en los actuales movimientos ecologistas, ocupas o feministas, por lo que instaba en sus últimas palabras recogidas en un medio antes de su fallecimiento a la creación de una gran plataforma libertaria que englobe estos colectivos y por su puesto el anarcosindicalismo, basado en la organización de los trabajador@s.
SALUD Y ANARQUÍA COMPAÑER@S REBELDES
Maria Jose Rodríguez Fernandez
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