martes, 9 de marzo de 2010

La revolución olvidada

Cien años han transcurrido desde que surgiera la CNT. Cien años de lucha anarcosindicalista por la emancipación de los trabajador@s como viene a decir la Internacional y se refleja en los estatutos de este sindicato. Nació en tiempos de crisis finisecular ,que hizo mella especialmente en la clase obrera, la cual padecía una asfixiante e indigna situación económica y social, propiciada por burgueses, aristócratas y patronal, siempre indolentes a las penurias de la clase obrera. Ante esta situación, surgen las reivindicaciones del proletariado y urge la necesidad de ejecutar profundos cambios sociales, lo que supone el banderín de arranque para que los anarquistas comenzaran a coordinarse en España con el objeto de crear una gran organización de trabajadores y ciudadanos, que tenían como meta la Revolución Social. De este modo, despuntan, a principios del siglo XX en las zonas más industrializadas del país como Barcelona y otras campesinas de Extremadura o Andalucía, agrupaciones ácratas como la Federación Anarquista y la Solidaridad Obrera, gérmenes de la CNT, constituida en 1910. Colectividad que procura una nueva sociedad basada en el socialismo libertario y que alcanzó su mayor expansión en 1934, con 1.500.00 afiliados. La dignidad de este agrupación de jornaleros y obreros hicieron realidad la hoy olvidada revolución libertaria, que comenzó pacíficamente en el 34 y se prolongaría hasta el final de la Guerra Civil, al ser derrotada militarmente. No dudaron entonces en tomar tierras para colectivizarlas, ocupar fábricas y gestionarlas directamente; en muchos pueblos llegaron a descentralizar totalmente el poder: funcionando en comités, poniendo en práctica la democracia directa, resolviendo de manera asamblearia las necesidades del pueblo y aboliendo el dinero. Así, se enraizó el anarquismo en España con la colectivización de empresas, la acción directa, las primeras propuestas de igualdad de género, o la educa ción libertaria como vademecum y una economía autogestionada.

Para escritores y luchadores de este periodo como el desaparecido Abel Paz, los proletarios españoles protagonizaron “la revolución más profunda que se conoce en la historia“, superando incluso a la Rusa, en algunos preceptos. Una revolución que ha “quedado oculta por la mentira” puesto que los trabajadores y trabajadoras aportaron en aquellos años “soluciones a muchos problemas que se han planteado después“ tal y como explicó él mismo autor en una entrevista concedida el año pasado, con 90 años, y recogida por CNT.

Paz, seudónimo de Diego Camacho, historiador y biógrafo de Durruti, ofrece en su amplia bibliografía una ilustrativa estampa de los años en los que comenzó su militancia cenetista y sus experiencias en las cárceles franquistas. Obrero, insumiso, antifascista, represaliado. Este impresionante ser humano contribuyó cuanto pudo con su pluma y activismo en la difusión de valores libertarios y la lucha anarcosindicalista. Su mirada ácrata se hace indispensable para conocer la otra historia, la no oficial, la clandestina, la olvidada, la que no se imparte en las aulas. A través de sus escritos da fe de experiencias y retos libertarios como el propósito de crear una editorial anarquista internacional, las actuaciones de grupos autónomos para sufragar actividades y contar con cajas de resistencia en solidaridad con otros compañeros. Ofrece detalles de las divisiones y contradicciones dentro del seno anarquista, además de analizar las divergencias y las líneas de acción de otros movimientos obreros, antes, durante y después de la contienda civil. Y por su puesto documenta las acciones de las milicias y recoge capítulos interesantes de la historia de la Federación Anarquista Ibérica, entre otros muchos hechos importantes para comprender de un modo más completo la historia de nuestro país.

Por todo ello, me he querido sumar a esta celebración con este breve homenaje a tod@s los que como Abel creen en la anarquía como una actitud natural que nace de la rebeldía y la injusticia, en contra del mal empleado concepto de caos o desorden, al que suele asociarse malintencionadamente. Para este autodidacta libertario el anarquismo goza de buena salud en los actuales movimientos ecologistas, ocupas o feministas, por lo que instaba en sus últimas palabras recogidas en un medio antes de su fallecimiento a la creación de una gran plataforma libertaria que englobe estos colectivos y por su puesto el anarcosindicalismo, basado en la organización de los trabajador@s.

SALUD Y ANARQUÍA COMPAÑER@S REBELDES

Maria Jose Rodríguez Fernandez

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