Entre las causas encontramos la crisis, el desempleo y el crecimiento de la inmigración. Una vez más, el Estado se sirve de la pobreza que él mismo mantiene para nutrir sus fuerzas de represión y mantener el sistema de desigualdades. En todos los periodos de bonanza económica, experimentan un retroceso en cuanto a número de integrantes. En esta espiral en que el Estado capitalista crea la pobreza de la que a su vez se nutre, se demuestra la necesidad de la ruptura con esta lógica. Los pobres llenan los ejércitos y las cárceles, mientras los beneficios se los llevan unos pocos.
En esta época de crisis capitalista que, como siempre, se carga sobre las espaldas de los trabajadores, el sueldo básico de soldado (900 euros más la opción de duplicarlo mediante complementos y destinaciones internacionales) es el único recurso de gran parte de la población. Por ejemplo, en 2008, las FAS recibieron 15.081 solicitudes de inmigrantes sudamericanos.
Así medra la represión al servicio del capitalismo, de los empresarios, de los grandes propietarios, de los poderosos; aprovechándose de la necesidad que ellos mismos crean.
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